miércoles, 5 de febrero de 2014

FACES OF TIBET



Salir por esta puerta para: 
  • Caminar y salir de nuestro entorno habitual.
  • Respirar, oxigenar y aclarar la mente.
  • Escuchar el silencio o los sonidos que la naturaleza nos traiga, despertando los sentidos.
  • Mirar, observar y sentir todo lo que nos ofrece y aporta conocer nuevos lugares, un fuerte estímulo para nuestro estado mental, emocional y anímico.
  • Disfrutar de su belleza, porque: la mitad de la belleza depende del paisaje, la otra mitad de la persona que lo mira
En este momento es ahí donde me apetecería perderme por unos días, para enriquecerme de todo, llenarme de la energía y vitalidad que eso nos trae, junto con la sabiduría y dulzura de sus gentes, contagiándome de su espiritualidad, brillo, paz interior, disciplina y amor.

El camino del amor:

El amor es el esmero que se trabaja toda la vida, deleitándose en ella.
Y el camino es el sendero donde podemos ver el crecimiento de nuestro amor.
Si tus bases son firmes como las raíces del amor, de seguro que tus frutos van ser sólidos y en el transcurso de tu vida podrás ver que los frutos caen y que vuelven a surgir nuevos frutos, y en ese transcurso aprenderás a ver que a veces es necesario volver a crecer como un fruto caído y esperar el nuevo con el empeño y la valoración que le des a ese fruto, esencial para que siga creciendo en constante amor.

El amor no se puede medir, criticar, clasificar, el amor es espontáneo, mejora tus ganas de vivir, es el continuo crecimiento de admirarnos por la belleza que existe.
El amor es la base fundamental de cualquier ser humano. Los seres que carecen de amor, carecen de sentidos. No se puede vivir sin amor. Incluso a aquellos seres que te hicieron daño, porque causalmente, el Universo hace que nos topemos con esas personas para saber evolucionar y discernir a base del amor.
Este camino no es fácil de ahondar ante situaciones extremas, pero fluir en amor, incluso a los que hacen daño es una forma de neutralizar su energía y es probable que inconscientemente reciban ese amor y no surjan efectos adversos.

En ese camino te darás cuenta de que el amor no es solo de pareja como comúnmente se plantea, el amor es por todos los seres queridos, familia, entorno laboral y por toda la humanidad y por otros seres que tienen vida de diferentes formas, minerales, vegetales, animales. Y si veneras el respeto por todos ellos, la fluidez de energía en amor va a ser pura. No entra en juego la revancha. 
Hazte fiel amigo del amor, como si tu alma fuera la inocencia de un niño, sin especular, sin pensar...solo disfrutar de la dicha del amor....
El amor se siente y se disfruta, se acepta y se mejora, se cuida y se transforma, se valora y crece profundamente desde tu ser hacia todos los seres. Desde lo supremo e infinito hasta lo mínimo y fugaz.
El amor es eterno. El ser en el amor es eterno en todos los planos de existencia de vida.
El amor es el constante arte de transformar en el camino de tu vida todo lo que genera un bienestar tan sublime que jamás olvidarás tan bellos senderos vividos.









La plenitud


Era un joven buscador que había recorrido buena parte del mundo buscando enseñanzas y conociendo a maestros de todas las tradiciones. Sin embargo, nada le satisfacía, nunca se sentía completamente realizado.



Había pasado los primeros años de búsqueda viviendo aventuras intensas, aunque ciertamente mundanas. Diversiones y una vida poco ordenada habían regido sus días. Había hecho muchos amigos y tenido muchos amores, había conquistado a las mujeres más bellas y fascinantes, pero su insatisfacción iba creciendo sin parar. Hizo una fortuna considerable y obtuvo honores y privilegios. Y su insatisfacción iba en aumento.

La búsqueda filosófica no tardó en llegar. Pero ningún maestro le colmaba. Oyó hablar de un gran sabio. Pero ¡tantos había visitado ya y conocido! Se trataba de un sabio que vivía en el Tíbet, y sin nada que perder, decidió visitarlo.

El sabio que encontró el buscador era un solitario. Daba enseñanza a aquellos que lo buscaban, pero él nunca buscaba a los discípulos. El hombre llegó a su ermita y se sentó a su puerta. Guardó silencio. Transcurrieron unos días y el sabio le invitó a pasar.

-¿Cómo crees que puedo ayudarte? -preguntó el sabio.

El hombre le contó acerca de su larga búsqueda de la felicidad, le habló de sus logros y fracasos en los ámbitos espiritual y material. Concluyó diciendo:

-Mi insatisfacción es cada día mayor. Tengo conocimientos metafísicos y místicos; he obtenido mucho dinero y he disfrutado de los más leales amigos y las más bellas mujeres; he recibido honores; he conocido casi todo el mundo y he experimentado muchas diversiones. Aparentemente todo lo tengo, pero en realidad todo me falta. ¿Qué puedo hacer?

-Eres un buscador -dijo el sabio-, pero no has sabido buscar. Te has llenado de todo, pero has dejado vacío tu cuenco interior.

-¿Mi cuenco interior? -preguntó sorprendido el hombre-. ¿de qué me hablas?

-Todos tenemos un cuenco vacío cuando tomamos el cuerpo en que nos encontramos. Ese cuenco vacío no puede llenarse jamás con experiencias externas, sólo puede llenarse con uno mismo, con la propia felicidad que mana de la fuente interior cuando uno la halla.

-¿Y no crees que he hecho suficiente para conseguir llenarlo?

-No, pues no basta llenarse de conocimientos, sino que hay que realizarlos a través de la práctica interior, la disciplina ética y la meditación. Llena de ti tu cuenco interior.



















OH MANI PADME HUM

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